domingo, 27 de junio de 2010

Posdata: Te quiero


Te aseguro que esté donde esté, te echo de menos.

Qué arrogantes somos. Nos da tanto miedo la vejez que intentamos prevenirla. No vemos que es un privilegio envejecer junto a alguien, alguien que no te empuje a cometer asesinatos o que no te humille hasta hundirte en la miseria. Es bonito.

Recuerda que aunque estemos solos, estamos unidos en la soledad.

Querida Holly, no tengo mucho tiempo.
No literalmente, sino porque has salido a comprar helados y volverás pronto. Ésta será la última carta, sólo me queda una cosa por decirte: Esta carta no es para que me recuerdes ni para que compres una lámpara, puedes cuidar de ti misma sin mi ayuda.
Es para decirte cómo me he sentido, cómo me has cambiado, me has convertido en un hombre queriéndome, Holly, y por eso te estoy eternamente agradecido, literalmente. Quiero que me prometas algo: Que nunca estarás triste o insegura o perderás por completo la fe, que tratarás de verte con mis ojos. Gracias por aceptar ser mi esposa, soy un hombre que no se arrepiente. Qué suerte he tenido. Tú has llenado mi vida, Holly, pero yo sólo soy un capítulo de la tuya. Habrá más, te lo prometo.
Y ahora viene el gran consejo: No tengas miedo a volver a enamorarte, prepárate para esa señal que parece el fin del mundo.
Posdata: Siempre te amaré.

Ya sé lo que es sentir que no existes hasta que él te mira o te toca la mano o hace un chiste a tu costa para que todos sepan que estás con él, que eres suya.


Yo todavía escucho tu voz cuando duermes junto a mi, yo todavia siento tu toque en mis sueños. Perdona mi debilidad pero no sé por que sin ti es muy difícil sobrevivir.

0 comentarios:

Publicar un comentario